En su reciente “Flores del silencio”, la cantante mendocina Alejandra Bermejillo recorre una serie de temas folklóricos argentinos y latinoamericanos de la mano del pianista Daniel Morcos, con quien ya había trabajado en su anterior disco “Originarias”, y de Ernesto Perez Matta, recientemente incorporado en instrumentos varios de percusión.
Violeta Parra (De cuerpo entero); Jorge Fandermole (Zamba de lo perdido y Huayno del diablo); Chico Buarque-Lobo (Choro bandido); Yupanqui-Risso (El aromo); Pepé Nuñez (La media pena) y Galán-Valladares (Vidala del último día) más algunas piezas del pianista entre otros, son parte del repertorio que la interprete aborda para “reconstruir ese mapa que se perdió”.
El álbum cuenta además con la presencia de los invitados Marcelo Stenta en guitarra, Sebastián Ramirez en cuatro y charango, Diego Cortéz en Flauta, y Gabriel Nuñez en Armonica, que aportan sus timbres en la coloratura general. “Hay tantos compositores en nuestro cancionero que fueron olvidados por todo lo que ha pasado en el país. Yo me siento en la obligación de volverlos a revivir. La música se revive cuando se puede escuchar…Siento como una obligación moral de devolver algunas autores que se perdieron. Tuvimos toda una etapa en el país donde nos parece que el folklore moderno es lo que escuchamos ahora, del cual algunas cosas son hermosas, pero antes hubo un montón de gente que hizo temas maravillosos, de los cuales muchos eran revolucionarios”, explicaba la también docente en la Carrera de Canto de la Escuela de Música popular de la UNC donde egresó como Licenciada en canto.
Por dónde empezar
La ganadora de varios premios en su provincia como el concurso “Presencia en la música” organizado por la Fundación Antorchas en 1998 o el Premio Escenario a la Mejor Labor Folklórica, otorgado por el Diario Uno de Mendoza en 2006, cuenta que para realizar sus últimos discos partió de un disparador: “Las dos veces que trabajamos y elegimos repertorio, fue a través de un disparador. La primera fue la maternidad (En Originarias) y esta vez quisimos hablar sobre las contradicciones. De aquellas cosas que a uno le parece que son de una forma y a lo largo de la vida descubrís que son de otra…o que parecen antagónicas y sin embargo forman parte de lo mismo. A partir de ahí fuimos buscando cosas que nos llevaran a ese pensamiento, que por ahí no son tan explicitas pero están”.
Para ejemplificar esta idea Bermejillo elige el caso del aromo: “Es una plantita que todos la ven como feliz porque tiene toda el agua y el sol para ella sola, porque ha nacido en medio de una piedra, y todos la envidian, pero que sin embargo esta desgarrado porque ha nacido rompiendo una piedra…desde dentro de algo duro y rocoso”. “Desde ese disparador fuimos buscando poesías que tuvieran que ver”.
Otros aspectos de carácter naturalista que refuerzan el concepto provienen de la Zamba de lo perdido, de donde extrajeron la frase para titularlo. “Azul de la noche alta/ vení a callar esas voces/que son flores del silencio/cantándome sus adioses”. Además, al momento de mencionarlo - cuenta Bermejillo- apareció de parte de su hija la imagen de las flores que nacen del cactus: “Surgió el tema que en Mendoza, por el clima, tenemos muchos cactus en las montañas. Y en primavera cuando florecen uno no puede creer que detrás de esa planta tan agreste y pinchuda exista esa flor tan hermosa y de esos colores. Entonces hablando de las contradicciones ella habló del cactus y nos gustó. Flores del silencio, que parece que no existen y de golpe florecen”.
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