18 may 2011

"Hay una tensión entre lo que se resuelve porque es así y entre decir “no, bancá que aparezca lo que es”.

La reflexión apareció en boca de Julián Zamt (voz, guitarra, percusión, agua, ocarina) al final de la charla que mantuvimos sobre el debut discografico “Ciertos pájaros", del grupo Valeu! que integra junto a Clara Besfamille en voz, piano, guitarra, cajón, calimba, palmas y Nicolás Croci en batería, leguero, percusión, coros, guitarra, glosen.

Formados como trío de folk-pop acústico y experimental al que se le suman invitados como Sebastián Andrés Noya en contrabajo y Jake Falby tocando violín, editaron un precioso disco que contó con el aporte fundamental de Mariano Bilinkis en las etapas de grabación, mezcla y masterizado.

“El grupo se armó mientras íbamos componiendo. Primero armamos todas las canciones y a la hora de grabar hicimos un demo. Ahí metimos más instrumentos de los que tocabámos en vivo, para terminar sacando todo y dejar lo que tocamos en vivo… pero esa experiencia nos dio mil ópticas. Y Lo que estuvo bueno fue que trabajamos con un ingeniero que es un capo. Mariano (Bilinkis) venia de hacer discos de Las Pelotas y Catupecu pero estaba medio cansado del rock. Tenía ganas de probar su versión casera de un experimento que se llama holofonía. Armó una cabeza de maniquí y puso micrófonos en las orejas”, contó Zamt.

En las 11 canciones que integran la opera prima, los Valeu! desplegan una gama de ritmos folklóricos y de otros géneros, texturas, atmósferas y timbres que nos sumergen en paisajes calmos e íntimos como en otros densos y opresivos. Quizás lo que más sorprenda y se disfrute del álbum es el sumo cuidado en los arreglos y el tratamiento sonoro dado a cada tema. Además de los instrumentos convencionales los músicos apelaron al uso de distintos objetos como una pelota de tenis o una botella de agua.

A pesar de esa búsqueda que cosechó resultados interesantísimos, Zamt no considera al grupo como demasiado experimental. “Yo no diría que somos experimentales. Sí experimentamos en los timbres de los instrumentos. Clara trajo eso, ella lo venia laburando de antes, estudio música contemporánea y tiene ese cruce. En mi caso que vengo de Doris, había ya una intención”, explica quien empezó a estudiar guitarra en la Escuela de Música Popular de Avellaneda asombrado porque sus compañeros, que pasaron por allí “podían, en la sala de ensayo, resolver ciertas cosas que a mi me costaban dos meses”.

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