Dice el poeta, ensayista e historiador Horacio Salas, en su libro “El tango”, que “la participación femenina en los orígenes del género estuvo relegada a la función de acompañante para la danza en los prostíbulos… Y recién a fines del siglo XIX empiezan a aparecer mujeres que se atrevieron a incluir tanguitos en su repertorio”. En esta etapa de “cantantes de variedad, de voz aflautada, con varios tics, gestos y movimientos de las tiples madrileñas” se encontraban las precursoras Linda Thelma, Pepita Avellaneda, y Flora Rodríguez de Gobbi, entre las cuales no faltaba la pieza “La Morocha”, que en 1905 habían compuesto Saborido y Villoldo, para dedicarla a Lola Candales, una bella morocha, cantante y bailarina, incluida en el grupo de las precursoras de época.
Fue también, en los inicios del tango canción, el excelente recibimiento por parte del publico, a la inclusión de tangos en los nuevos sainetes, lo que llevó a los empresarios a insistir en la formula, e hizo que varias actrices empezaran a cumplir con su nuevo papel de cantantes. De igual modo –según refiere Salas – no fue hasta la aparición de “dos nombres mayores”, el de Rosita Quiroga y Azucena Maizani, que no surgió la figura de la cancionista. Claro que a la par de ellas habría que mencionar a Ada Falcón, Tita Merello, Libertad Lamarque y Mercedes Simone; como esas mujeres que se hicieron un camino a partir de los veinte, en un ambiente exclusivamente masculino.
Azabache o La Ñata Gaucha
Nacida el 17 de noviembre 1902, su arribo formal al mundo del tango se puede situar a los 18 años cuando, según cuenta Francisco Canaro en sus "Memorias", esta “muchachita morocha de esplendida juventud” se le acercó una noche en la "boite" Pigalle ofreciéndose para cantar. El violinista, director y compositor, uno de los nombres fuertes de la guardia vieja “le ofreció que realizara un pequeño ensayo en el intervalo, y sin saber siquiera su nombre la presentó como "Azabache", luego de lo cual se despachó con dos temas camperos de Gardel.
A pesar de los aplausos recibidos, su noche alegre, como en un cuento de princesas, se haría esperar hasta el día de la fiesta. Esta victrolera, modista, y costurera oriunda de Palermo -que había vuelto a Buenos Aires, luego de vivir en la Isla Martín García de los cinco a los diecisiete por problemas de salud- fue invitada por la cantante Delia Rodríguez al mismo lugar en el que se encontraba Enrique Pedro Delfino acompañando en el piano a todo concurrente que se animara a cantar. Maizani lo hizo y se produjo la transformación. La impresión del músico fue tal que se la presentó días después, al empresario teatral Pascual Carcavallo, para que estrene el 23 de Junio de ese 1921 su tango “Padre Nuestro” en el sainete de Alberto Vacarezza ¡A mí no me hablen de penas!
"A partir de esa fecha, Maizani, se convirtió en mito – opina Salas- y fue la primera y única mujer capaz de equiparar su fama a la de Carlos Gardel”. El propio Zorzal, que además de cultivar una entrañable amistad con la cantante, le grabó su tango “La canción de Buenos Aires” en 1933, le escribía desde Nueva York, donde estaba filmando antes de una gira por Cuba, Puerto Rico, México y Venezuela, en febrero del 35: “Espero que sigas cosechando los éxitos que justamente mereces, y á los cuales estás habituada. Sabes toda mi admiración para ti, como artista, ajena a la gran amistad que te profeso. Eres tú la máxima intérprete de nuestras queridas canciones, pues agregas a tus condiciones de artista, tu incomparable simpatía, y tus femeninos encantos”
Luego de ese bautismo consagratorio, la autora de “Pero yo sé”, que grabó su primer disco en 1924 para el sello Odeón, se fue afianzando como figura del teatro de revistas “logrando imponer muchos tangos que eran confiados a su voz para el estreno”, continuó presentándose en diversas emisoras radiales y accedió a la pantalla grande, a pesar de algunos altibajos personales que le provocaron el alejamiento del espacio publico.
En 1931 con la llegada del cine sonoro, formó parte de la película "Tango"; filmó "Monte Criollo" donde interpreta el tango del mismo nombre, entre otras y viajó por varios países llevando su repertorio. Horacio Ferrer en el "Libro del Tango", la calificó como la intérprete femenina más popular de tangos, con una voz sensitiva y equilibrada y gran temperamento; con lo que logró crear un estilo vocal inconfundible que convocaba multitudes, marcando toda una época.
Desde 1923, acompañada por la orquesta de Francisco Canaro, luego por el piano de Enrique Delfino y el guitarrista Manuel Parada, o con el acompañamiento del violinista Roberto Zerrillo, y el piano de Oreste Cúfaro y Manuel Parada, Maizani grabó más de 270 piezas. En noviembre de 1962, la presentación en el teatro Astral de la calle corrientes para entonar los mismo versos de Padre Nuestro, que la habían hecho debutar con Delfino, fue su adiós al público, si bien siguió cantando luego en algunas cantinas por necesidad económicas. Azucena Maizani murió el 15 de Enero de 1970.
El video pertenece a una presentación de Soledad Villamil, cantando el tango Pero yo sé, que también grabó en su segundo disco "Morir de amor"
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